lunes, 15 de febrero de 2016

COMPLEJIDAD Y CIENCIAS SOCILAES

En este documento se presenta el análisis crítico realizado al trabajo escrito por Rodríguez y Aguirre (2011) en relación con las “Teorías sobre la complejidad y las ciencias sociales: Nuevas estrategias epistemológicas y metodológicas”, cuyo objetivo, según los autores consiste en reflexionar sobre el concepto de complejidad organizada a la luz de los aportes de las teorías contemporáneas de la complejidad; para ello se ubican en los planos epistemológico y metodológico. En cuanto al primero de ellos, consideran analizar la articulación y complementariedad entre el pensamiento complejo y las ciencias de la complejidad; mientras que en el plano metodológico, lo abordan a partir de la simulación basada en agentes, como técnica específica de las ciencias de la complejidad. De manera inicial es necesario precisar la conceptualización que sobre la complejidad exponen en primer lugar Rodríguez y Aguirre (ob. cit.), quienes explican que consiste en “un paradigma científico emergente que involucra un nuevo modo de hacer y entender la ciencia…” (p. 2) y que según los autores mencionados, se extienden los límites y criterios de la cientificidad, superando el mecanicismo, el reduccionismo y el determinismo. Por otra parte, Morin (1990) expone que la complejidad es “la interacción entre el orden, el desorden y la organización…” (p. 8), además, considera que en la idea de la complejidad está contenida la imposibilidad de unificar y de acabar, lo que implica que comporta una parte de incerteza e indecibilidad y el reconocimiento de lo irreducible. Asimismo, Munné (s. f.) explica que la complejidad es un paradigma epistemológico emergente alternativo al dominante de la simplificación, que es transdisciplinar, que tiene una múltiple base empírica y teórica, y que se centra en la complejidad como el conjunto de propiedades cualitativas irreductibles de un fenómeno o proceso, natural o humano, dadas principalmente por el caos, la fractalidad, el catastrofismo y la borrosidad. Es preciso resaltar que la ciencia de la complejidad pareciera ser el resultado de múltiples teorías y descubrimientos; como el de Neils Bohr (1885-1962), quien discutió la ambigüedad de manifestación de la materia en relación con algunos fenómenos, ampliando los hallazgos de Planck, para quien los procesos atómicos no ocurren continuamente, sino por saltos discretos llamados quantum. En 1927, Werner Heisenberg (1901-1976) propone el principio de incertidumbre que en conjunto con la noción de ambigüedad y discontinuidad forman un rompecabezas para la emergencia posterior de un método complejo construido por Edgar Morin. No obstante, Morin (citado por De Almeida, 2008) plantea que fue Bachelard quien en El nuevo espíritu científico usa por primera vez la palabra complejidad en la acepción de un modo de concebir la ciencia, pero hay muchos otros nombres que se pueden agregar; de igual manera De Almeida (ob. cit.), expone que el contexto de emergencia de la complejidad se construye en la medida que comienzan a disolverse los cuatro pilares de la certeza que sustentaron la ciencia clásica. Respecto a lo planteado, se tiene que el primer pilar se refiere al Orden, que postula un universo regido por leyes deterministas, tal como lo argumentaba Newton; el segundo es el principio de la Separabilidad, que aconseja descomponer cualquier fenómeno en elementos simples como condición para analizarlo (Descartes) y que según Morin (citado por De Almeida, ob. cit.) separó las ciencias de las técnicas, la filosofía de la ciencia y así hasta “configurar una fragmentación generalizada del saber” (p. 20); el tercer pilar es concerniente al principio de Reducción, que fortalece al principio de la separabilidad y supone que los elementos de la base del conocimiento se circunscriben a los dominios físicos y biológicos, dejando en un plano secundario la comprensión del conjunto, del cambio y de la diversidad; además, tiende a reducir a lo cognoscible aquello que es cuantificable, lo que condena a muerte cualquier concepto que no pueda ser medido. Por último, el cuarto pilar en el cual se asentaba la ciencia clásica es el de la lógica inductiva-deductiva de la identidad, que se identifica con la Razón. Al respecto, plantea Rodríguez (2011) que no obstante, el estudio de la complejidad se ha desarrollado mayormente en el escenario de las ciencias de la materia y de las ciencias de la vida, con un fuerte basamento en los avances de las ciencias de la computación y en mucha menor medida en el ámbito de las ciencias sociales y responde genéricamente al estudio de los sistemas complejos, la comprensión de sus propiedades (auto-organización, no linealidad, emergencia, sensibilidad a las condiciones iniciales, entre otros) y el dominio y control de su comportamiento en distintas esferas del saber y del hacer humano: física, biología, cosmología, neurología, medicina, pero también problemas sociales y económicos. En este sentido, Rodríguez y Aguirre (ob. cit.), fundamentan la existencia de dos abordajes distintos de la complejidad: la complejidad restringida y la complejidad general. Con referencia a la denominada “restringida”, se plantea que este enfoque puede comprenderse como un abordaje fundamentalmente metodológico, técnico y procedimental de la complejidad, que tiene se basamento en la utilización de lenguajes formales, modelos matemáticos y la simulación computacional. En cuanto a la “complejidad general”, se fundamenta en la propuesta del pensamiento complejo de Morin (ob.cit.), y que puede ser definida como un enfoque epistemológico transdisciplinario. A partir de la diferenciación de enfoques expuesta por Rodríguez y Aguirre (ob. cit.), plantean que la distinción fundamental entre el pensamiento complejo y las ciencias de la complejidad, no sólo es metodológica, sino también y primordialmente, epistemológica y política. En el nivel metodológico, el pensamiento complejo se propone como un método no clásico que apuesta a constituirse como la estrategia de conocimiento de un sujeto quien construye y redefine su estrategia de conocimiento, conforme se desarrolla el proceso cognoscitivo. A pesar de la diferenciación de enfoques planteada, quien escribe este artículo comparte lo que expresa Morin (ob. cit.), en cuanto a que si la complejidad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados (eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones y azares) que constituyen nuestro mundo fenoménico; se hace necesario que el conocimiento ponga orden en los fenómenos, rechazando el desorden, de descartar lo incierto, de quitar ambigüedad, clarificar, entre otras acciones necesarias para la inteligibilidad; es decir, para comprender la complejidad existente en los fenómenos, a través, del rol que ofrece el pensamiento complejo al sujeto de conocimiento en la elaboración de su estrategia cognitiva. Por lo expresado, es que se considera la necesaria complementariedad entre los enfoques mencionados, porque hasta el momento se han ignorado mutuamente; mientras el pensamiento complejo propugna la necesidad de incorporar de modo sistemático y explícito, la subjetividad reflexiva en la construcción de la ciencia, las ciencias de la complejidad no consideran al sujeto en su formulación metodológica y epistemológica. En palabras de Rodríguez y Aguirre (ob. cit.), el pensamiento complejo puede brindar el campo reflexivo necesario para desarrollar un marco epistémico inclusivo de valores éticos y políticos conforme a las necesidades y desafíos de las sociedades; puesto que las ciencias de la complejidad se han desarrollado a partir de la formulación de metodologías y técnicas sofisticadas para abordar el estudio de los sistemas complejos; y su forma de producir conocimiento continúa siendo funcional a un concepto hegemónico dominante de ciencia. No obstante, es importante considerar el planteamiento de Munné (ob. cit.) quien expone que en el pensamiento complejo, su autor (Morin) a pesar de contar con el mérito de ser el pionero del pensar complejo, no se debe ocultar que en su concepto de complejidad secundariza el caos, olvida los fractales y prescinde del pensamiento borroso; cuando la caoticidad conlleva la posibilidad de fenómenos como la sensibilidad a las condiciones iniciales, la atracción extraña, las fluctuaciones, la autoorganización y el carácter fractal. La fractalidad implica características como la invariancia de escala y la autosemejanza; mientras que la borrosidad, alude a la imprecisión en los límites de un fenómeno dado, que tiene fronteras permeables, pero no abismos infranqueables. En conclusión, lo que hace complejo a un fenómeno son las relaciones e interdependencias entre sus elementos, y Morin propone el pensamiento complejo como una apuesta de acción ético-política contraria a la tradicional visión de la ciencia como dominación racional de la naturaleza, haciendo necesaria promover una ecología de la acción, complementada con la ecología del conocimiento, que tome en cuenta la complejidad constitutiva del mismo, del ser humano y de la propia realidad social, en interrelación directa con los componentes biológicos, culturales, psicológicos y sociales. Ahora bien, no se trata de tener en cuenta el tema de la complejidad para limitarla únicamente a la constitución de una ciencia neopositivista de los sistemas complejos que utilice modelizaciones matemáticas, sino de reconocer los límites inmanentes que instituye la complejidad a la posibilidad de conocer, controlar y eventualmente, predecir la realidad. Finalmente, es preciso señalar que, mediante el estudio de la complejidad nos aproximamos a una nueva forma de pensar la realidad, se aspira el conocimiento de la diversidad y lo particular. Frente a la ciencia dualista, la complejidad se estructura sobre supuestos no dualistas que reconoce diferencias de procesos de naturaleza diferente, integrados en un sistema o todo organizado en funcionamiento. Asimismo, la complejidad, frente al reduccionismo, nos invita a construir una ciencia inter y transdisciplinar, que incluya la aleatoriedad, las bifurcaciones y fluctuaciones, la capacidad evolutiva y posibilidades transformadoras. REFERENCIAS De Almeida, M. (2008). Para comprender la complejidad. México: Multidiversidad Mundo Real Edgar Morin. Morin, E. (1990). Introducción al pensamiento complejo. [Artículo en línea]. Disponible: http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/MorinEdgar_Introduccion-al-pensamiento-complejo_Parte1.pdf [Consulta: 2014, Febrero 14]. Munné, F. (s. f.). ¿Qué es la complejidad? [Artículo en línea]. Disponible: http://www.teoriadacomplexidade.com.br/textos/teoriadacomplexidade/QueEsLaComplejidad.pdf [Consulta: 2014, Febrero 14]. Rodríguez, L. (2011). Introducción crítica a los enfoques de la complejidad: tensiones epistemológicas e implicancias políticas para el Sur. En: Exploraciones de la complejidad: Aproximación introductoria al pensamiento complejo y a la teoría de los sistemas complejos. [Libro en línea]. Disponible: http://www.cienciared.com.ar/ra/revista.php?wid=3&articulo=1497&tipo=F&eid=14&sid=217&NombreSeccion=Libre&Accion=VerLibre [Consulta: 2014, Abril 10]. Rodríguez, L. y Aguirre, J. (2011). Teorías sobre la complejidad y las ciencias sociales: Nuevas estrategias epistemológicas y metodológicas. [Artículo en línea]. Disponible: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/30/rdzzoya_aguirre. pdf [Consulta: 2014, Abril 10].

miércoles, 3 de febrero de 2016

TENDENCIAS EPISTEMOLÓGICAS DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN EL SIGLO XXI

El presenta ensayo tiene como objetivo mostrar el análisis crítico realizado al documento “Tendencias Epistemológicas de la Investigación Científica en el Siglo XXI”, publicado en el año 2007 y cuyo autor es el Dr. José Padrón (reconocido docente e investigador adscrito a la Universidad Simón Rodríguez de Venezuela), en el cual describe las tendencias recientes de la epistemología, desde el sentido de la teoría de la ciencia y teoría de la investigación científica. Para dar inicio, es importante señalar que la palabra epistemología proviene del griego epistéme, referido al saber organizado y fundamentado, que alguien ha sido capaz de aprender y en el que ese alguien es considerado experto; al respecto, Altisen (2001) y Padrón (2007), coinciden en explicar que existe una diferencia en lo que se refiere a la concepción que tienen diversos autores sobre la epistemología, puesto que para algunos, la epistemología estudia el conocimiento en forma general, lo que sería acreditable como Teoría del conocimiento o gnoseología; mientras que otros la restringen al conocimiento científico. En este sentido, debo acotar que me identifico con la postura de Padrón (ob. cit.), en cuanto a que la epistemología se refiere a la Teoría de la Ciencia y la Teoría de la Investigación Científica, debido a que es desde esta óptica que el conocimiento desarrollado a partir de la investigación adquiere la relevancia para su aplicabilidad y para la solución de problemas, sin caer en el dogma de lo exclusivamente cuantificable o experimental. Sobre el asunto, Padrón (ob. cit.) destaca la existencia de filtros preteóricos, precognitivos, que condicionan la manera de conocer y que implican preconcepciones sobre qué es el conocimiento y cuáles son las vías de producción y validación del mismo, por tanto, condicionan nuestro propio proceso de conocimiento y permiten hablar de él, desde una propia perspectiva; lo que en el caso de quien escribe este ensayo, podría estar ocurriendo al considerar en determinados momentos algunos problemas a investigar en el campo social, que los mismos no necesariamente se deban afrontar exclusivamente bajo la óptica cuantitativa, sino que se podría abordar la realidad observada desde diversos enfoques, como los denominados “cualitativos”, puesto que comparto la opinión, de que las vivencias y creencias, son importantes para develar los sentidos y significados que las personas le otorgan a la realidad que les rodea y no son los números, la representación exclusiva de estas realidades. Es así como Padrón (ob. cit.), expone la tesis popperiana referida a los tres mundos; el mundo 1, o de las cosas objetivas, que se relaciona directamente con los enfoques de la investigación cuantitativa; el mundo 2, o de los contenidos subjetivos, relacionado con los diseños de investigación cualitativa y el mundo 3, de las construcciones simbólico-culturales que trascienden al individuo para colocarse en el dominio de las sociedades, relacionado con las Meta-teorías. Partiendo de los supuestos anteriores, Padrón (ob. cit.) plantea que si esa tesis es acertada, se debería suponer que en el modo preteórico o precognitivo en que se desarrolla nuestro proceso de conocimiento, debería existir un “predominio de cualquiera de esos mundos sobre los otros dos” (p. 3). En consecuencia, al momento de estudiar la epistemología y aplicarla a los proyectos de investigación, es necesario tomar en cuenta las tres perspectivas de fondo mencionadas. Por otra parte, Padrón (1998) expresa que “…los investigadores desarrollan, comparten y trabajan bajo una cierta óptica de la realidad que los conduce a un sistema de creencias arraigadas alrededor de la naturaleza del conocimiento y de sus formas o canales de generación y legitimización” (p. 3); planteamiento que tiene relación directa con los filtros preteóricos y la manera de concebir la investigación en los recintos dedicados a la misma, entre ellos las universidades. Es aquí, donde se conjugan los sistemas de clasificación que se han adoptado para la sistematización de las variaciones en los tratamientos epistemológicos y que según Padrón (ob. cit.) pareciera más bien “una discriminación para (…) resaltar el valor de ciertas perspectivas precognitivas con total independencia de soportes empíricos” (p. 4); postura que comparto, puesto que se ha evidenciado, por ejemplo, el dominio de la investigación cuantitativa en todos los escenarios de investigación, observándose que otros tipos de investigación se encuentran en el país con pocos años de experiencia. Sobre el asunto, Padrón (ob. cit.) propone los enfoques epistemológicos, los cuales define como “sistemas de convicciones” sobre qué es el conocimiento, cómo se produce y cómo se valida; estos enfoques presentan un carácter pretéorico, ahistórico y universal; que han transformado determinadas convicciones de fondo, de tipo gnoseológico y ontológico, en determinados estándares asociables a las distintas comunidades académicas. Para la sistematización de los enfoques epistemológicos, se utilizan dos variables: una de tipo gnoseológico, referida a las convicciones acerca de la fuente del conocimiento, simplificada en dos valores: empirismo y racionalismo; la otra variables, de tipo ontológico, referida a las convicciones acerca de las relaciones del sujeto con la realidad, simplificada en realismo e idealismo. De acuerdo al cruce de estas variables, se consideran tentativamente cuatro enfoques epistemológicos: (a) Empirista-realista (mediciones, experimentos, inducción controlada, entre otros); (b) Empirista-idealista (etnografía, diseños de convivencia, inducción reflexiva…); (c) Racionalista-realista (abstracciones, sistemas lógico-matemáticos, deducción controlada…) y (d) Racionalista-idealista (interpretaciones libres, lenguajes amplios, argumentación reflexiva…). Los mencionados enfoques epistemológicos son equivalentes a la tesis popperiana, sólo que en el criterio de los enfoques, se pueden distinguir dos variaciones de la epistemología interpretativista, incorporando la variación experiancialista y la variación reflexivista. En relación con las Nuevas Epistemologías”, Padrón (ob. cit.) presenta las epistemologías subjetivistas (racionalismo y empirismo idealista, que constituyen el desarrollo de ciertos rasgos como el externalismo, la inclusión del sujeto y de los actores en los procesos de indagación y la interacción sujeto-objeto); las epistemologías empiristas realistas (agrupan las caracterizadas por una visión empirista, inductivista, analítica y objetivista; las epistemologías racionalistas realistas (corresponden al enfoque de las ciencias de los objetos calculables o pensables). En lo que se refiere a las epistemologías subjetivistas, se tiene a la Epistemología Feminista, cuya tesis general parte de la crítica de que las teorías de la ciencia están masculinamente sesgadas; la Epistemología Contextualista, cuyo principal precepto viene dado en que los procesos científicos varían según el contexto, y la investigación depende de las intenciones y presuposiciones del grupo académico dentro del cual tiene lugar, los estándares socioculturales locales, las creencias y relaciones interpersonales, entre otros factores. Al respecto, es importante destacar que me identifico con esta postura, porque siempre el contexto influye con sus relaciones sistémicas, puesto que a menos que se lleve a cabo un experimento en un ambiente controlado en un laboratorio, difícilmente el contexto no incidirá en la investigación; la Epistemología Social, postula que los procesos científicos se ven estrictamente afectados por las relaciones y los hechos culturales. Además, se tiene a la Etnoepistemología y la Epistemología Constructivista. En cuanto a las epistemologías empiristas realistas, Padrón (ob. cit.) expone la Epistemología Testimonial, que promueve que el conocimiento en general, resulta válido a partir de los procesos de transmisión desde otras personas; la Epistemología Bayesiana, que abre la posibilidad de hacer investigación neopositivista mediante técnicas abiertas, no estructuradas, sin díselos referidos a medias poblacionales en el examen de relaciones entre variables; la Epistemología de la Percepción, cuyo punto de partida es que todo nuestro conocimiento fáctico depende del modo en que vemos, oímos, olemos, gustamos y tocamos en el mundo exterior. Respecto a las epistemologías racionalistas-realistas, se encuentran la Epistemología Evolucionista y la Epistemología Naturalizada Racionalista, cuya tesis en un principio fue la de adaptación y últimamente dedicada al estudio de la evolución del pensamiento desde el punto de vista ontogenético/filogenético del ser; y en estrecha relación a estas epistemologías, se encuentra la Epistemología Cognitiva. Las nuevas epistemologías reseñadas por Padrón (ob. cit.), son variaciones de los enfoques epistemológicos (convicciones preteóricos o precognitivos) que según Padrón (ob. cit.), deben ser del conocimiento de los estudiantes de postgrado, en específico de Doctorado, porque es importante que el doctorando conozca las nociones epistemológicas y tome conciencia de su manera de conocer y validar su conocimiento; lo que por supuesto, le permitirá crear el marco conceptual desde un enfoque epistemológico determinado. Asimismo, las instituciones de Educación Superior, deben promover la investigación como recurso para la producción autónoma de conocimientos, para lo cual es preciso que se logre una eficiente gestión y organización de los procesos investigativos, basada en una amplia formación epistemológica explicativa que coadyuve al estudiante en el conocimiento de las diversas variaciones epistemológicas y de esa manera, abordar un estudio bajo criterios de confiabilidad y seguro de lograr los objetivos, esto en contraposición de lo normativo, que a veces confina a líneas de investigación cerradas y a la aplicación de normas de presentación de informes de investigación. En conclusión, el estudiante de Doctorado debe estar claro de sus propios filtros preteóricos en la concepción del conocimiento, su adquisición y validación; además, que debe conocer las variaciones epistemológicas, así como la evolución de la epistemología a través del tiempo y la postura de cada escuela filosófica al respecto, para de esta manera asumir su propia postura epistemológica ante la realidad que lo circunda. REFERENCIAS Altisen, C. (2001). Epistemología: Guía de estudio. Argentina: Universidad Católica de la Plata. Padrón, J. (1998). La Estructura de los Procesos de Investigación (mimeo). En Revista Educación y Ciencias Humanas 9 (17): 33. [Documento en Línea]. Disponible: http://padron.entretemas.com/Estr_Proc_Inv.htm [Consulta: 2014, Marzo 10]. Padrón, J. (2007). Tendencias epistemológicas de la investigación científica en el Siglo XXI. En Cinta de Moebio Revista de Epistemología en Ciencias Sociales, 28, 1-28. [Revista en línea]. Disponible: http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/28/padron.html [Consulta: 2014, Marzo 9].